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David llevó a Jerusalén los escudos de oro de los oficiales del rey Hadad Ezer, como también una gran cantidad de bronce procedente de las ciudades de Tibjat y de Cun, que le pertenecían a Hadad Ezer. Más tarde, el rey Salomón, cuando construyó el templo del Señor, hizo fundir ese bronce, para hacer la fuente, las columnas y los demás utensilios de bronce.

Tan pronto como Tou, rey de Jamat, supo que el rey David había destruido las fuerzas de Hadad Ezer,

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